La sal es un mineral básico que resulta a la vez corrosivo pero fundamental para la supervivencia de la vida. Este elemento es utilizado como hilo conductor de esta ficción que transcurre dentro de una ciudad ultrajada y desfigurada por la acción de los elementos.

Los mitos de la ciudad y sus referentes son metamorfoseados por fuerzas imperceptibles que provocan desbordamientos y colapsos. El urbanismo entendido como escenografía y puesta en escena del poder, da lugar a una farsa del absurdo y lo grotesco. Estas transformaciones se desarrollan a través de una narrativa líquida donde los objetos y los elementos del entorno generan entre ellos una sintaxis propia. La ciudad como representación ve sus símbolos descontextualizados y desposeídos de su contenido original.